Desde que tengo memoria, los libros han sido una parte fundamental de mi vida. Recuerdo esas tardes pasadas en la biblioteca, el olor a papel nuevo y las páginas crujientes entre mis dedos. Aunque hoy en día tengo mi Kindle (¡el tercero ya!) y aprecio sus ventajas indiscutibles, hay algo en la experiencia de leer en papel que nunca dejaré de valorar. Aquí te comparto algunas razones por las que leer en papel me parece una experiencia única.
1. La experiencia sensorial
Cuando sostengo un libro en mis manos, siento una conexión física que simplemente no obtengo con un dispositivo digital. El peso del libro, la textura de las páginas, el sonido del paso de una hoja a otra… Todo esto forma parte de un ritual casi sagrado. Para mí, leer en papel es una experiencia sensorial que me estimula no solo la mente, sino también los sentidos. Así, cada libro tiene su propia personalidad: algunos son gruesos y pesados, otros delgados y ligeros, pero todos tienen algo en común: un carácter que se siente tangible.
2. La nostalgia de lo analógico
Hay algo nostálgico en leer en papel que me transporta a momentos de mi vida, a dónde estaba, en el terrado de la caseta, debajo de la higuera, en mi escritorio de niña, en el sillón de casa en mil y una posturas, siempre absorta en la historia, mientras el mundo exterior se desvanecía. Con cada libro que abro, revivo esos momentos y las emociones que me acompañaron en cada historia. En un mundo que se mueve tan rápido y está dominado por lo digital, este elemento nostálgico es un refugio que me reconforta. Los libros siempre, siempre, han sido un refugio para mí.
3. La memoria visual
Una de las mayores ventajas de leer en papel es la ausencia de distracciones. Al abrir un libro físico, me sumerjo en su mundo de forma más intensa que en el libro digital. Esa atención plena se traduce en una comprensión más profunda de la historia y de los personajes. No tiene nada que ver con no mirar el móvil, eso digamos que va en cada cual, sino que comprendo de forma más profunda y sobre todo, más duradera en el tiempo, lo que he leído. He tenido Kindle desde 2013, cuando me compré el primero, y durante años leí muchísimo más en Kindle (leía mucho más rápido en Kindle) pero al cabo del tiempo me percaté de que la retención era menor. Olvidaba con mucha más facilidad lo que había leído, y sobre todo, no recordaba los títulos ni las cubiertas, porque no habían pasado por mis manos. Cuando lees en físico, es inevitable, tocas el libro y te fijas en la cubierta cada vez que lo coges, ves el título. Con el Kindle no, simplemente le das un toque al libro que normalmente es el último abierto y te lo abre por la última página leída… Así que la memoria no hace ningún registro de título, autor ni imagen de la cubierta. Si la trama no es espectacular, pasa sin pena ni gloria y no te acuerdas de haberlo leído. Cero. Nada.
De hecho, lo que digo, no porque lo diga yo, no es ninguna tontería. Tiene base científica. Ya llevamos años con alumnos utilizando ordenadores para estudiar, y ya se han hecho estudios que aseguran que leer en papel ayuda a memorizar, igual que escribir a mano es mejor para la mayoría de estudiantes a la hora de fijar los conceptos que escribir en el ordenador.
4. Subrayar y pegar post-its
No hay nada como subrayar pasajes de un libro con un buen marcador o escribir notas al margen. Es un acto muy, muy personal. Cuando subrayo o hago anotaciones (muy poquitas veces, y a lápiz) , siento que estoy participando activamente en la obra. Cada subrayado me invita a reflexionar y a recordar momentos clave en la lectura. Al final, un libro subrayado se convierte en un mapa personal de mis pensamientos y sentimientos, una especie de diálogo entre el autor y yo. En un e-reader, aunque se pueden hacer anotaciones, no tiene el mismo sabor. Lo que sí hago a veces es pegar post-its en el lugar donde marcaría la frase que me ha impactado. Hay libros rebosantes de post-its. Lo malo, que a veces no tengo los post-its a mano.
5. Mis estanterías.
Para mí, un hogar sin libros no es un hogar. Me encanta ver mis estanterías llenas de libros, cada uno con su propia historia, de dónde salió, su propio diseño y formato y el lugar físico que ocupa. Hay un placer visual al ver las portadas, al descubrir libros que no recordaba haber comprado o al ver la colección de un autor que admiro. Para otras personas es un dolor de cabeza ordenar sus estanterías. Para mí, no te engaño, lo es pero por la falta de espacio, porque disfruto reorganizando cada cierto tiempo mis libros, porque eso implica tocarlos, mirarlos, y eso me encandila.
Por otra parte, cada vez que visito a alguien, no puedo evitar mirar sus estanterías y descubrir qué libros tiene, preguntarle por los que no conozco o por los que me han gustado o por los que no, indagar por nuestros puntos en común o al contrario, por nuevas perspectivas sobre lo ya leído. A veces no pregunto nada, si no hay confianza, pero sin querer elaboro teorías y me baso en prejuicios que pueden ser erróneos en base a esos libros, que puede que no tengan nada que ver con su personalidad.
6. El valor de la desconexión
Leer en papel también implica desconectar, al menos por un rato, de la tecnología. Vivimos en un mundo donde estamos constantemente conectados: correos, mensajes, redes sociales… todo nos bombardea continuamente. Al elegir un libro físico, decido darme un respiro. Este momento de desconexión es invaluable. Al sumergirme en una novela, me permito dejar atrás las preocupaciones del día a día y, por un tiempo, ser parte de otro mundo. Esa sensación de escape es uno de los mayores placeres de la lectura.
7. La magia de compartir libros
Por último, no puedo dejar de mencionar la belleza de regalar y compartir libros. Un libro en papel es un gesto tangible que se puede compartir con amigos y seres queridos. Recuerdo con cariño las veces que he prestado un libro o he recibido uno a cambio, creando un pequeño gran vínculo cultural. Cada libro prestado (y devuelto) lleva consigo una historia, y muchas veces, los amigos se convierten en cómplices de lecturas compartidas, lo que enriquece aún más la experiencia.
Además, por otra parte, a través de las lecturas compartidas o LCs, los talleres de lectura o como les queramos llamar he conocido personas fantásticas a las que ahora considero amigas. La lectura, pues, trae consigo muchísimos aspectos positivos.
Conclusión
En un mundo lleno de pantallas, leer en papel me permite conectar con las historias de una manera más profunda y significativa. No reniego de la lectura digital, y agradezco la comodidad que me ofrece mi Kindle o incluso mi móvil en momentos puntuales, como cuando estoy de viaje. Pero siempre habrá un lugar especial y preferente en mi corazón para los libros de papel. Son un refugio, un recordatorio de la belleza de lo tangible en un mundo que parece resaltar lo digital frente al papel.
La próxima vez que te encuentres ante un estante de libros, tómate un momento para disfrutar de la experiencia de elegir uno. Ábrelo, huele sus páginas y sumérgete en su historia. Te prometo que no te arrepentirás.
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